¿Puede una mujer que no es virgen casarse de blanco?
Para responder correctamente, primero tendríamos que hacer otra pregunta: ¿Cuál es el origen del vestido blanco al casarse?
A lo largo de la historia se ha atribuido al color blanco el significado de pureza e inocencia. Los griegos antiguos lo usaban como un símbolo de alegría en sus festividades con ceremonias públicas.
Los miembros de la realeza tenían por costumbre casarse con vestidos de colores muy vivos. No fue hasta el siglo XIX que el color blanco se popularizó en los vestidos de novia; la reina Victoria de Inglaterra contrajo nupcias en 1840 con el príncipe Alberto, llevando un vestido blanco. Su retrato llegó hasta Occidente, donde otras mujeres comenzaron a imitarla y a vestirse de blanco en sus casamientos.
Esta práctica se volvió realmente popular durante el siglo XX, aun entre todas las clases sociales.
Las tradiciones de los hombres
Es muy importante que podamos filtrar todo a través de La Palabra del Señor. No debemos darle demasiada importancia a las tradiciones humanas que pueden engañarnos y hacernos sentir culpables si no las abrazamos. Algo similar tiene en mente el apóstol Pablo cuando le dijo a la iglesia en Colosa que:
“Miren que nadie los haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo”
Colosenses 2:8.
La verdadera pureza
Pureza sexual no es igual a pureza espiritual. Una mujer que se casó virgen fisicamente, pero no se ha arrepentido de sus pecados, no es pura espiritualmente; ella no ha nacido de nuevo.
La Escritura nos dice claramente que cuando una persona se arrepiente de sus pecados, el Señor lo perdona todo y hace de ella una nueva criatura.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas”
2 Corintios 5:17.
¿Qué es lo importante a la hora de casarnos?
Más que un vestido del color que sea, lo importante a la hora de unirnos en matrimonio después de la salvación es entender que somos puras espiritualmente y que vamos a ser una sola carne con nuestro esposo. Debemos entender nuestro llamado como esposas, el rol que Dios nos dio como ayuda idónea para nuestro amado, y tener muy claro que el pacto que hemos hecho delante de Dios es sagrado. Y es aquí a donde va el enfoque: nuestro matrimonio es uno delante de Dios. Si nuestro matrimonio es uno apoyado y respaldado por nuestra comunidad de fe, para hacerse delante de Él, ¿por qué no habría de ser una unión pura?
Es bueno recordar las palabras del apóstol Pablo para aquellas mujeres que pueden estar siendo juzgadas por su pasado:
“Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu”
Romanos 8:1
Conociendo entonces esta hermosa verdad, y recordando que nuestro Dios es el Dios de nuevas oportunidades, puedes caminar al altar vestida de blanco como un reflejo de tu nuevo compromiso de pureza y fidelidad al Señor y a tu futuro esposo. Que tu vestido sea una muestra de tu deseo de honrar la pureza de tu matrimonio y una declaración de que le perteneces solamente a Dios.
(Este artículo fue publicado originalmente en Coalición por el Evangelio)