Modelando el servicio a Cristo ante nuestros hijos
En nuestro hogar fue donde comenzó el servicio, con tareas tan básicas como ayudar a doblar su ropa, recoger sus juguetes y otras responsabilidades según la etapa de crecimiento.
En nuestro hogar fue donde comenzó el servicio, con tareas tan básicas como ayudar a doblar su ropa, recoger sus juguetes y otras responsabilidades según la etapa de crecimiento.
Dios nos ha dado a cada uno, dones y ministerios para unirnos, edificarnos, crecer y sobre todo poder darle la Gloria al que solo se la merece, Jesucristo.
El término misionero ha sido escogido para aquellos que han sido llamados a vivir en otro país, a cruzar fronteras culturales, contextuales y de una cosmovisión diferente a la nuestra, para predicar el evangelio, hacer discípulos y participar en la tarea de la plantación de iglesias.
Servir no se trata de la cantidad de ministerios en los que podamos estar, ni de los pretextos que se puedan dar por tener niños pequeños, sino de la actitud de nuestro corazón. Busquemos ser imitadoras de Cristo.
La mentoría bíblica se trata de relaciones que tenemos unas con otras para poder enseñar el mensaje de la Palabra con el propósito de ponerlo en práctica en nuestra vida diaria.
El Señor también ha llamado a los latinoamericanos, porque es un llamado que se le ha hecho a todo aquel que se ha arrepentido y ha recibido a Cristo como Señor y Salvador personal. Aunque algunas veces Dios nos llame a ir lejos de nuestros lugares, es importante que iniciemos en nuestra iglesia local.
No más excusas para no vivir con el ejemplo muy claro de Proverbios 31:10 que nos dice: «Mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Su valor supera en mucho al de las joyas.»
Cuando sirvamos al Señor no debemos esperar y merecer más nada, creernos tan especiales, pues solo hemos de hacer lo que El Señor nos ha pedido hacer. Cuando se dice en el versículo: “inútiles” (Lucas 17:10), se está refiriendo a que no merecemos nada, ninguna persona nos debe nada.
Ora por tu esposo, tus pastores y por el liderazgo de tu iglesia local. Siéntate bajo la enseñanza bíblica de tus líderes.
La esposa del pastor es una miembro de la iglesia y, como cualquier otro integrante, tiene la responsabilidad de tratar el pecado según vemos en Mateo 18. Esto se dice fácil, pero hacerlo requiere de una madurez que no muchas esposas poseen. Aun así, lo correcto bíblicamente es lo que ordena la Palabra que ella debe hacer; aunque repito, siempre resultará doloroso.