10 razones por las que debes orar más
Todos sabemos que la oración es vital para el cristiano. La verdadera pregunta es si vivimos conforme a esta verdad.
Aunque hablamos mucho de la importancia de la oración, solemos tratarla como si fuera un mero pasatiempo en lugar de una disciplina. Mientras que un pasatiempo es una actividad que realizamos esporádicamente de manera recreativa, una disciplina es trabajo duro que se hace con persistencia con un objetivo determinado.
La oración no es para entretenernos, sino un mandato de nuestro Señor Jesucristo para cultivar nuestra relación con Él y nuestro crecimiento espiritual.
¿Por qué debemos ser personas disciplinadas en la oración? Aquí algunas razones.
1. Jesús fue nuestro modelo en la oración.
Jesús, siendo una de las personas de la Trinidad, nos enseñó a ser constantemente dependientes de Dios a través de la oración (Lucas 22:32; 23:34; 6:12; Juan 17:9-24; Mateo 6:9-15).
2. La oración se somete a la voluntad del Padre.
Cuando oramos no lo hacemos para torcerle el brazo a Dios, ni para conseguir lo que nosotros queramos; oramos para que la voluntad de nuestro Padre y sus propósitos estén en nuestro corazón. Oramos al Padre para que nos guíe para llevar a la práctica sus propósitos (Mateo 6:10; Lucas 22:44).
3. La oración nos hace dependientes de Dios.
Cuando oramos, reconocemos que nosotros no podemos por nosotros mismos. Al mismo tiempo, confiamos en que Él nos dará todo lo que necesitamos para que nosotros hagamos lo que nos corresponde conforme a la Palabra (Proverbios 16:3; Salmo 55:22).
4. La oración nos ayuda a vencer la tentación.
Aunque Dios no tienta a nadie, Él tiene la autoridad para permitir que seamos tentados por Satanás. A veces esa tentación es tan ligera que no la percibimos. Oramos a Dios para que nos guarde de la tentación, nos dé fuerzas para poder soportarla, y sabiduría para hacer lo correcto (Mateo 6:13; Lucas 22:40).
5. La oración nos ayuda a vivir vidas santificadas.
Parte de nuestra santificación se logra cuando venimos al trono de la gracia a pedir perdón por nuestros pecados. Somos santificados cuando practicamos la oración en lo secreto, encomendando nuestra vida a Dios (Salmo 37:5-6).
6. Somos llamados a orar por los demás.
En 1 Timoteo vemos que los de Éfeso habían dejado de interceder por los perdidos, así que Pablo le dice a Timoteo que esta práctica debe ser una prioridad (1 Timoteo 2:1).
7. La oración ha sido ordenada para sanar nuestros corazones.
Debido al sacrificio de Jesús en la cruz, podemos acercarnos a Dios en oración para pedir perdón por nuestros pecados. Además, orar unos por otros como Iglesia nos ayudará a llevar juntos las cargas y luchas espirituales que tenemos.
8. La oración debe ser persistente.
La Biblia no nos enseña a orar casualmente, sino de manera insistente y con fe (Mateo 7:7).
9. La oración nos prepara para los tiempos de sufrimiento.
El sufrimiento vendrá a nuestras vidas, sea por enfermedad, consecuencias de pecado, situaciones económicas, etcétera. Nunca vamos a estar exentos del sufrimiento; es parte de lo que el Señor usa para hacernos más a la imagen de Cristo (Romanos 12:12; 2 Crónicas 20:12).
10. Estamos en guerra.
En nuestra vida cotidiana hay una guerra feroz, y debemos de estar orando unos por los otros para que la Palabra de Dios sea propagada (2 Tesalonicenses 3:1).
Si no estamos orando, no estamos reconociendo que por nosotros mismos no somos capaces de ser los esposos, padres, amigos, hermanos, o empleados que Dios nos llama a ser.
Ruego a Dios que cada día meditemos en la Palabra y oremos para vivir vidas que le glorifiquen. Que dejemos de “cumplir” con orar como si fuera una opción o un pasatiempo para nosotros, y que seamos conscientes de nuestra profunda necesidad de acercarnos constantemente al Señor en rendición y adoración.
(Este artículo fue publicado originalmente en Coalición por el Evangelio)