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Rindiéndome al Señor ante el sufrimiento

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El sufrimiento es una de las realidades de la vida del creyente. Sufrimos por enfermedades, por el pecado personal o de otra persona, por la muerte de un ser querido o por la separación producida por algún divorcio… No estamos aislados en cualquier tiempo de la vida, pues el sufrimiento es algo que Dios permite.

Cuando el sufrimiento llega a nuestra vida, nuestra naturaleza humana nos lleva a rechazarlo. Como hijos del Señor, generalmente no nos rendimos a él, sino que luchamos para que ese sufrimiento desaparezca lo más pronto posible. Esta no es la respuesta correcta.

¿Por qué debemos rendirnos ante el sufrimiento? Al rendir nuestro sufrimiento a Cristo…

1.  Servimos al Dios Soberano.

Debemos recordar que, en su soberanía, Dios siempre tiene un plan.

Obra como Él quiere, y nadie puede estorbar sus propósitos. Por lo tanto, Él tiene un plan para cada sufrimiento. La Palabra misma nos lo dice en estos dos pasajes:

“Solo yo puedo predecir el futuro antes de que suceda. Todos mis planes se cumplirán porque yo hago todo lo que deseo”.

Isaías 46:10 (NTV)

“Todos los hombres de la tierra no son nada comparados con él. El hace lo que quiere entre los ángeles del cielo y entre la gente de la tierra. Nadie puede detenerlo ni decirle; ¿Por qué haces estas cosas?”

Daniel 4:35 (NTV)

En medio de sus planes, cuando permite el sufrimiento es llevarnos más hacia la santidad y al cumplimiento de sus propósitos en nuestra vida, Pablo nos recuerda de la actitud que debemos tener, como nos lo dice, Filipenses 2:5 (NTV): “Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús”

2.  Participamos en el sufrimiento de Cristo.

Al rendirnos al sufrimiento estamos dando ejemplo con nuestra vida de quién es Jesucristo. Pablo nos enseña esto en Colosenses 1:24 (NTV)

“Me alegro cuando sufro en carne propia por ustedes porque así participo de los sufrimientos de Cristo, que continúan a favor de su cuerpo, que es la iglesia”.

Podemos sufrir por llevar el Evangelio al mundo. Cuando nosotros sufrimos Cristo también sufre junto a nosotros, aunque en ese momento pensemos que Él está lejos de nosotros. Podemos soportar el sufrimiento con gozo porque damos ejemplo a otras personas para que conozcan a Cristo y sus vidas cambien.

Pablo también nos habla del privilegio de sufrir por Cristo en Filipenses 1:29 (NTV):

“Pues a ustedes no solo se les dio el privilegio de confiar en Cristo sino también el privilegio de sufrir por él”.

3. Participamos en el sufrimiento de otros creyentes.

“Si una parte sufre las demás partes sufren con ella y, si a una parte se le da honra, todas las partes se alegran”. 

1 Corintios 12:26 (NTV)

Podemos compartir el sufrimiento con otros hermanos. Muchas veces somos indiferentes al sufrimiento de otros cuando debemos involucrarnos con su sufrimiento. También es necesario permitir que otros se involucren en nuestro sufrimiento sin ninguna vergüenza.

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en toda tribulación nuestra, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.” 

2 Corintios 1:3-4 (LBLA)
4.  Comprendemos en parte su propósito.

Cuando nos rendimos al Señor en medio del sufrimiento, a veces encontramos el significado de ello. En muchas ocasiones, nuestra relación con Dios se puede convertir en una monotonía y dejamos de mirar a Cristo.

“Ustedes estudian las Escrituras a fondo porque piensan que ellas les dan vida eterna. Pero las Escrituras me señalan a mi! Sin embargo, ustedes se niegan a venir a mi para recibir esa vida.” 

Juan 5:39-40 (NTV)

En medio del sufrimiento, podemos conocer más a Cristo en una unión tierna e íntima. Ni el lugar ni el tiempo son obstáculos para esa comunión entrañable en medio de un sufrimiento. Pablo se refiere a esto en Filipenses 3:10 (NTV):

“Quiero conocer a Cristo y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos. Quiero sufrir con él y participar de su muerte, para poder experimentar, de una u otra manera, la resurrección de los muertos”.

En medio del sufrimiento, tendremos que arrepentirnos. Quizá hay ídolos que han estado en nuestra vida y solo podemos identificarlos porque hemos pasado el proceso del sufrimiento.  

Amada hermana, si estás pasando por el sufrimiento, te animo a hacerte las siguientes preguntas:

  • ¿He rendido este dolor al Señor?
  • ¿He compartido mi dolor con mis hermanos en Cristo?
  • ¿Tengo gozo en medio de mi dolor?
  • ¿He buscado algún significado por el sufrimiento que estoy pasando?

Recuerda la palabras de Pablo en 2 Corintios 11. Después de haberles hablado de sus sufrimientos en los versículos 24-28, Pablo concluye con el versículo 30:  

Si debo jactarme, preferiría jactarme de las cosas que muestran lo débil que soy. Dios se glorifica en medio de nuestro sufrimiento. 

2 Corintios 11:30

(Este artículo fue publicado originalmente en Aviva Nuestros Corazones)

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