Artículo / Teología

Un Rey montado en un asno

Compartir en:

Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal de carga. 

Mateo 21:5

Recuerdo en mi adolescencia los comentarios y el énfasis que se le daba a la boda mas sonada del verano de 1985, la boda del príncipe Carlos y Diana. Una boda con todos los lujos, los invitados mas importantes del mundo asistiendo al palacio de Inglaterra. Se dejaba ver la majestad de aquella pareja montada en un «carruaje de cristal» protegidos de la lluvia que pudiera visitarles. La boda fue trasmitida en la gran mayoría de los países del mundo. Recuerdo que nos levantamos a las 3:30 de la madrugada ya que a las 4:00 a.m. comenzaba la ceremonia, expectante por ver la majestuosidad en que esta boda se llevaría a cabo y de quienes la componían. La mayoría de las personas querían verla y, aunque esta relación terminó en divorcio, aún al día de hoy se sigue hablando de esta boda que para el mundo fue extraordinaria.  

Te preguntarás por qué hago referencia a este suceso. Lo cuento para que podamos analizar como es que nosotros vemos el aquí y el ahora. La percepción que tenemos de lo que representa para el ser humano la grandeza y el valor que le damos a esas cosas. Sin embargo, cuando Jesucristo terminó Su ministerio y entró en Jerusalén, Él pidió que le buscaran una asna, ¿te has puesto a pensar el por qué? Cuando miramos los animales, una asna o burro en ocasiones puede ser visto despectivamente, sin embargo fue eso lo que buscó el Señor para Su estrada triunfal a Jerusalén. Lo que el hombre no ve como grandioso es aquello en lo que Él se gloría. 

Quisiera que leyeras Mateo 21:1-17. Podemos ver ahí como Jesús proclama Su propia realeza, nos dice que el es nuestro Rey. Y es importante que observemos como Él nos muestra como es Su realeza en el presente y como será Su realeza en el futuro. Jesús montado en este burro, entrando triunfal a Jerusalén, señalando el comienzo del final de Su ministerio terrenal. De la misma manera podemos ver que esta entrada a Jerusalén fue, el cumplimiento de lo ya anunciado en Isaías 62:11 y Zacarías 9:9, todo esto mientras las personas se enfilaban y lo aclamaban diciendo, «¡Hosanna al Hijo de David!». Esto nos enuncia el reconocimiento de Su realeza como lo vemos en los versículos 9 y 15 de Mateo 21, al entrar a Jerusalén toda la muchedumbre aclamaba a Jesús como profeta, pero no solamente era profeta sino Rey de reyes y Señor de señores. 

Jesús manifiesta Su reino al subir sobre una asna 

Observamos en Mateo 21:1-5 que Jesús envía a Sus discípulos a buscar al asna. 

Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos

¿Por qué desearía Jesús entrar a Jerusalén en una asna? La misma Palabra nos da la respuesta en el versículo 4 al 5:

Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion (Israel): He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal de carga.  

Jesús cumplió esta profecía y manifestó Su realeza al hacer Su entrada en una asna, diciendo «Yo soy el Rey», aquello que el profeta Isaías profetizó, «He aquí viene tu Salvador». Pero además, Jesús dice «Yo soy manso y humilde», haciendo así referencia al hecho que ha venido a salvarnos. 

Ahora veamos el contexto de Zacarías, que es de suma importancia, ya que Jesús no viene solo por el pueblo de Israel sino por todas las naciones. 

Y de Efraín destruiré los carros, y los caballos de Jerusalén, y los arcos de guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra 

Zacarías 9:10

Hoy podemos celebrar ese día triunfante, cuando el verdadero Rey entraba en una asna anunciando la salvación a gente de toda lengua, tribu y nación. Él vino por primera vez y vendrá de nuevo como el Rey de reyes de Israel y de todas las naciones. La época actual es una de gracia y misericordia para el perdón de pecados, todavía es el mismo Rey que esta montado en una asna, pero vendrá el día que entrará en un caballo blanco y con espada para juzgar (Apocalipsis 19:11-21). Hoy te llama al arrepentimiento para salvación, para conocerle y reconocerle como tu único Rey. Un Rey que no necesita de la majestuosidad que el mundo propone. Los reinos de los hombres pasarán, pero Su reinado permanecerá para siempre.  

El salmista lo afirma de la siguiente manera:  

«Tu reino es reino por todos los siglos, 
y tu dominio permanece por todas las generaciones». 

Salmos 145:13 (LBLA) 

(Este artículo fue publicado originalmente en LifeWay Mujeres)

¡Estemos en contacto!

Suscríbete para estar al día con las últimas publicaciones y noticias.