El evangelio y el cuidado de las víctimas de abuso
No hay duda de que las víctimas de abuso necesitan ayuda que nosotras debemos estar preparadas para ministrar a través de este doloroso proceso. Los tipos de abuso son tan amplios que me gustaría señalar algunos de ellos para que podamos tener una mayor comprensión de lo que podemos enfrentar. Los abusos pueden ser de autoridad, de confianza, de derecho, de posición dominante, de superioridad, etc. Sin embargo, en mi experiencia como consejera me he dado cuenta de que los más comunes que han llegado a mí son aquellos que tienen que ver con el abuso sexual, físico y emocional.
En mi tiempo de creyente, siendo parte de la iglesia local, he tenido que caminar en consejería con hermanas que han pasado la difícil situación de abuso y tristemente también incluyendo a sus hijos. Pero de la misma manera, mi esposo ha tenido que caminar con hombres que han sido abusados en la niñez y aun por sus propias esposas, aunque esto se da en un menor porcentaje, es una triste realidad.
Estas situaciones existirán siempre y debemos comprender que el evangelio brinda la esperanza que las personas necesitan. Es por eso que una comprensión del evangelio bíblico es de suma importancia para que la aconsejada pueda partir de una base sólida al comienzo de la consejería. La consejería bíblica debe comenzar con el evangelio, ya que es la Palabra la que transforma a las personas. Aunque podemos ayudar y apuntar a las personas los principios bíblicos pertinentes a su caso, es bueno establecer desde el principio que se necesita de intervención divina. La Palabra de Dios nos ayuda y provee ciertos principios que podemos emplear al tratar tales casos.
El abuso es condenado por la Palabra de Dios.
Ninguna persona tiene el derecho de maltratar o abusar de otra persona que, aunque no sea cristiana, tiene impresa la imagen de Dios en ella.
Nuestras palabras pueden causar daños emocionales y es por eso que Pablo nos advierte de cómo debe ser nuestro hablar.
«No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan»
Efesios 4:29 LBLA
No siempre lo que decimos le sirve a alguien para edificar, lo que a veces produce es lo contrario, la derrumba.
Entendimiento bíblico del abuso
No todas las palabras las encontramos en la Escritura, pero eso no significa que Dios no hable de ellas. La palabra abuso es una de ellas, podemos ver el ejemplo de hombres y mujeres que sufrieron abuso y tristemente es algo en lo que el ser humano cae una y otra vez.
Aquí algunos hombres y mujeres que sufrieron abuso en la Biblia:
1) José: hijo de Jacob, fue maltratado física y emocionalmente por sus propios hermanos. Génesis 37:18-28
2) Tamar: media hermana de Amnón, hijo de David, fue violada por su propio medio hermano. 2 Samuel 13:14
3) En la época de los Jueces, el abuso sexual y el homicidio de una mujer desencadeno una guerra civil en el pueblo de Israel. Jueces 19:25-20:48
4) Jesús: siendo parte de la Trinidad, se hizo hombre para derramar Su sangre por nuestros pecados, ser sepultado y resucitar por nosotros. Como hombre sufrió el espantoso maltrato físico y verbal, siendo asesinado y culpado injustamente. Mateo 27:39
¿Como podemos ayudar a las víctimas de abuso?
Como cuerpo de Cristo, que caminamos con personas abusadas, debemos dolernos por el sufrimiento que ellas están experimentando. La Palabra es enfática en Romanos 12:15
«llorad con los que lloran».
Algunas formas de cuidado:
1) Ser un lugar seguro. Implica mucho involucramiento de distintas formas, podemos ayudar a ver si puede vivir con familiares y si no se puede, como iglesia, debemos ser intencionales de dar la mano al necesitado y poder ubicarle en un lugar seguro. Recordemos las palabras del salmista
«Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado; libradlo de las manos del impío».
Salmos 82:3-4
2) Hacer partícipes a las autoridades de los abusos cometidos. No podemos encubrir acciones delictivas condenadas por las leyes, tenemos la responsabilidad de denunciar.
«Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende la causa del pobre y del menesteroso».
Proverbios 31:8-9
Como creyentes somos llamados a defender la causa del que sufre. Debemos estar conscientes de que la maldad existe y aun en algunas congregaciones se han dado situaciones de abuso. En el caso de que tales abusos sean delitos que la ley condena tenemos la responsabilidad ante Dios de denunciarlos a las autoridades, Santiago 4:17 nos recuerda que
«y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado».
3) Caminar en consejería bíblica. Es muy importante caminar a través de la consejería, hay diferentes casos de abuso y por lo tanto hay que tratarlos con la sabiduría que viene de Dios en diferentes formas. Tratar el corazón de la persona abusada es prioridad tanto de su pecaminosidad, arrepentimiento, llevarla a perdonar y que pueda mirar la soberanía de Dios en medio del sufrimiento que le ha tocado que vivir. Sabiendo que Jesús comprende el sufrimiento del abuso porque Él lo vivió.
Estas palabras nos sirven de aliento,
«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro».
Hebreos 4:15-16
Conclusión
Mi oración es que como creyentes siendo parte de una iglesia local, no nos hagamos de oídos sordos a las situaciones de abuso. Estemos abiertos a ayudar, confrontar, animar, restaurar y ser familia de comunidad a las personas que sufren de abuso porque el evangelio es la única esperanza de florecer aun en circunstancias caóticas. Y que este evangelio pueda transformar la mente y corazón de estas mujeres, fundamentadas en la Escritura. El dolor que estas situaciones producen es real y debemos ser sensibles. Pero debemos tener nuestra absoluta confianza en el poder transformador del Señor por medio de la suficiencia de la Palabra y el debido acompañamiento de cristianos maduros a las víctimas de tales abusos.
(Este artículo fue publicado originalmente en LifeWay Mujeres)