Ayuda Idónea
“Y el Señor Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo: le haré una ayuda idónea”
Génesis 2:18
Desde el principio, Dios diseñó a la mujer para ser ayuda idónea –Ezer en hebreo–. Contrario a lo que muchas mujeres creen, el ser ayuda idónea no vino con la caída: fue el diseño original de Dios el que fuéramos la ayuda del hombre. De hecho, Él formó a la mujer del hombre (Génesis 2:22, 1 Corintios 11:8-9). Sin embargo, sin la mujer, el hombre en su perfección estaba incompleto. Fuimos creadas para completarlos, no para competir y tener una “realización personal” a la par con ellos.
Del dicho al hecho
Por supuesto, de entender esta verdad hasta vivirla hay un largo trecho. Tenemos muchos ejemplos de mujeres de la Biblia que no lo hicieron bien, empezando por Eva. No hay una sola mujer que lo haya hecho bien todas las veces (Ec. 7:20). Ninguna de nosotras somos perfectas.
De manera personal, solo logré entender lo que es ser ayuda idónea cuando me arrepentí de mis pecados y comencé a vivir una vida que le agradara a Dios. A medida que era confrontada con Su Palabra y entendía cuál era el diseño para el cual Dios me había creado, comencé a dejar de ser esa mujer autosuficiente. Deseaba ser una mujer de completa obediencia a mi Señor. Comencé a pedir perdón cuando fallaba, a no justificar mis acciones, y a someterme a mi esposo.
Ser ayuda de tu esposo significa que todos tus talentos, habilidades, recursos, y energía están a su disposición, para su bien y para el de tus hijos. Debemos ayudar a nuestros esposos a cumplir el propósito que el Señor le ha dado. Es como nos enseña Proverbios 31:11-12
“En ella confía el corazón de su marido, y no carecerá de ganancias. Ella le trae bien y no mal todos los días de su vida”.
“Ser ayuda de tu esposo significa que todos tus talentos, habilidades, recursos, y energía están a su disposición, para su bien y para el de tus hijos”
No siempre será fácil
Esto de ser ayuda no siempre será algo fácil. Quizá usted pudiera decir, “¡Mi esposo no es cristiano!, ¿cómo puedo ser ayuda de alguien que no honra a Dios?”. Hermana, es cierto: es una situación difícil. Sin embargo, 1 Pedro 3:1-2 dice
“Asimismo vosotras mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres, al observar vuestra conducta casta y respetuosa”.
O sea que aun en su condición de pecado, ¡puede ser ayuda de su esposo! Dios nos deja en su Palabra el mandato a someternos a maridos inconversos para que nuestra conducta sea de “ayuda” a Su gracia salvífica.
De una forma u otra, al poner nuestra confianza en Cristo para que Él nos guie, y caminar en obediencia a su Palabra podremos vivir vidas transformadas, y podremos llegar a ser la mujer idónea que el Señor describe en su Palabra.
(Este artículo fue publicado originalmente en Coalición por el Evangelio)