Artículo / Vida Cristiana

¿Cómo es el carácter de la mujer cristiana?

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Lo que el mundo me presentó desde siempre y lo que me decía la gente era, “tú eres una mujer de carácter fuerte y puedes lograr mucho”. ¡Guau! ¡Qué gran diferencia de lo que nos muestra la Palabra de Dios acerca del carácter de una mujer cristiana!

Una de las cosas que he aprendido a lo largo de mis años de cristiana, es saber que Dios nos creó con personalidades diferentes y el mundo ve a las personas de carácter fuerte y débil, con diferencias, y se les coloca con cierta imagen de lo que a cada una le defina, pero la verdad es que cuando conocemos a Jesucristo y comenzamos a caminar en la meditación de la Palabra y oración, hay un cambio, una transformación en tu mente y corazón.

Aunque seas de un carácter fuerte o débil, ninguna es mejor que otra porque ambas necesitamos de un Salvador y necesitamos caminar siguiendo Su voz para poder hacer la diferencia como hijas, para que, con nuestro carácter modelemos Su luz.

Me encanta la jardinería, y especialmente cultivar rosas pues es mi flor preferida, una de las cosas más importantes que hago cuando las trasplanto, es hacer un buen hoyo amplio donde la raíz quede profunda y se pueda desarrollar, agrego tierra abonada para que esta planta pueda crecer fuerte y pueda dar una buena calidad de rosas firmes. Permíteme usar esta analogía para nombrar las diferentes características que debe tener una mujer para formar su carácter cristiano.

Una mujer de la Palabra y de oración

La manera en que vamos a formar esa raíz principal del carácter de una mujer cristiana es en la absoluta confianza en Dios.

“No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. En cambio vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios. Así es como lucían hermosas las santas mujeres de la antigüedad. Ellas ponían su confianza en Dios aceptaban la autoridad de su marido”

(1 Pedro 3:3-5 NTV énfasis mío).

Si somos mujeres que meditamos en la Palabra y que oramos, entonces nuestra confianza y esperanza la tendremos en Dios y no estará en nuestro esposo, en las circunstancias, nuestra profesión, el dinero, amigos, estatus, matrimonio, ni en la soltería.

No tiene temor

Podemos estar pasando cualquier circunstancia, pero si estamos ancladas a la Palabra, entonces nuestra confianza estará firme siempre en el Señor y no tendremos temor a nadie, ni a nada de lo que pueda venir.

“Fuerza y dignidad son su vestidura, y sonríe al futuro”

(Proverbios 31:25)

“Así obedeció Sara a Abraham, llamándole señor, y vosotros habéis llegado a ser hijas de ella, si hacéis el bien y no estáis amedrentadas por ningún temor”

(1 Pedro 3:6)
Es valiente cuando llega el sufrimiento

Cuando conocemos a nuestro Dios, el Dios de la Biblia, cuando conocemos sus promesas somos valientes pues nuestra confianza está en Él porque es Soberano y entendemos que todo lo tiene bajo Su control.

“Pero aun si sufrís por causa de la justicia dichosos sois. Y no os amedrenteis por temor a ellos ni os turbéis”

(1 Pedro 3:14 énfasis mío).

Los que sufren conforme a la voluntad de Dios, encomiendan sus almas al fiel Creador haciendo el bien.

Conclusión:

Amada hermana, así como las rosas deben tener una raíz fuerte para ser una planta que produzca lindas rosas, también tienen tallo con espinas que las podemos comparar con las cosas que pasamos en nuestra vida. La rosa, aunque a veces se marchite, tiene una vida igualmente como nosotras, es decir, con un olor fragante para el Señor.

“Por tanto no desfallezcamos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día. Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven, porque las cosas que se ven son temporales pero las que no se ven son eternas”

(2 Corintios 4:16-18)

(Este artículo fue publicado originalmente en Soldados de Jesucristo)

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