Esperanza a pesar de mi pasado
Recuerdo como si fuera hoy cuando en el segundo año de convertida nos mudamos de casa y buscamos iglesia para ser miembros. Mi esposo y yo tuvimos la oportunidad de participar en la escuela dominical y nos pidieron dar el testimonio de conversión.
Lo más impactante para mí fue cuando conté como salí de la Santeria, de una vida de exceso de alcohol y de sexo. Lo primero que un líder le dijo a mi esposo fue que cómo se había casado con una bruja. Eso me quebró en pedazos, me visitaron los malos recuerdos de mis pecados pasados y, estar luchando con dejar mi pasado atrás me consumía. A partir de ese momento, mi primer pensamiento fue nunca más contar mi pasado.
Así comenzó mi interés por la Consejeria Biblica, la necesidad de ser ayudada a través de los consejos de hermanas maduras en la fe por medio de las Escrituras y de poder ayudar a otras hermanas que estuvieran pasando por lo mismo. Ya que los comentarios y el mismo pasado nos inmovilizan, no alcanzamos a ver la gracia que El Señor nos ha extendido con el evangelio ofreciéndonos vida espiritual y tener esperanza en un futuro garantizado.
No podemos remover nuestro pasado ni lo que hemos hecho, nadie ha tomado decisiones correctas siempre, a todos nos ha visitado el orgullo, el ser poco amorosos, poco generosos en servir y amar. Así que todos necesitamos ser quebrantados y arrepentirnos de nuestros pecados. Celebramos la gracia del perdón de Dios, pero eso no significa que debemos ocultar nuestro pasado que fue lavado con la sangre del Cordero.
Así que, no se trata de olvidar el pasado y vivir bien el presente, como muchas veces se han mal interpretado las palabras de Pablo en Filipenses 3:13:
«Hermanos yo mismo no considero haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está adelante».
El pasado es una realidad que todos compartimos, sin embrago sea que haya sido bueno o malo, no debemos quedarnos paralizados por el.
Así que quisiera compartir contigo cómo El Señor me ayudó a ver mi pasado, los recuerdos de esos pecados que me atormentaban los cuales Él ya había perdonado. Como persona redimida, mi enfoque debía estar centrado en el evangelio, lo cual me da esperanza por Su gracia y misericordia.
Dios me conoce
El Señor me había formado en el vientre de mi madre, por lo tanto, Él estaba en todos los días de mi vida.
«Porque tú formaste mis entrañas; me hiciste en el seno de mi madre. Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. No estaba oculto de ti mi cuerpo, cuando en secreto fui formado, y entretejido en las profundidades de la tierra. Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos.»
139:13–16 LBLA
El Salmo 139 ha sido una bendición en mi vida, me deja ver a un Dios soberano que en medio de los pecados que cometía o cometa, ninguno le están ocultos.
Cuando fui al campo misionero alguien me dijo que el hecho de haber vivido mis primeros 28 años de vida sin Cristo había perdido el tiempo, pero sabiendo que tengo un Dios soberano, que mi salvación fue en el tiempo que el determinó ya que me había escogido antes de la fundación del mundo por medio de Jesucristo y por Él llegó mi adopción (Efesios 1:4-8), con esa confianza de que mi pasado ya ha sido redimido, lavado con la sangre del cordero, pude entender que Él lo podía usar para glorificar Su nombre viviendo una vida transformada (Romanos 8:28-29, Efesios 1:11).
Mi pasado no determinaba mi futuro
Comencé a recordar cada día el evangelio. Recordé la gracia y misericordia del Señor para conmigo, habiendo perdonado mis pecados través de haber enviado a Jesucristo Su Hijo a morir en una cruz, derramar Su sangre, ser sepultado y resucitado al tercer día para mi redención. Mi futuro no dependía de mis pecados, mi crianza, mi cultura, mis experiencias, mis alrededores, los cuales podían influir en mí.
Sin embargo, yo podía determinar el no estar bajo esos recuerdos, sino mirar a la cruz de Cristo y las Escrituras y vivir para glorificar Su nombre. Soy responsable de lo que elija y eso es independiente de los pecados que cometí. Busco ser una mujer con un corazón que viva en Su Presencia, Bajo la Autoridad de Su Palabra y para la gloria de Dios (Coram-Deo). He aprendido a guardar mi corazón como lo dice la Escritura:
«Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de el brotan los manantiales de vida»
Proverbios 4:23
El encuentro de Cristo con la Samaritana
Abre tu Biblia en el evangelio de Juan capítulo 4, allí vas a ver el encuentro que tuvo la mujer samaritana con Jesús. En el podemos ver la gracia de Dios y esperanza a pesar de nuestro pasado. Él la busco aun cuando era rechazada por todos para darle una nueva oportunidad de vida en Él y se convirtió en una mujer que testificaba de Jesús.
Que El Señor nos ayude a ser agradecidas como lo hizo Pablo aun siendo lo que fue.
«Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, que me ha fortalecido, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, aun habiendo sido yo blasfemo, perseguidor y agresor. Sin embargo se me mostró misericordia porque lo hice por ignorancia en mi incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue mas que abundante, como la fe y el amor que se hallan en Cristo Jesús»
1 Timoteo1:12-14
Querida hermana sea que tus pecados hayan sido antes de ser cristiana, o si esos pecados los has cometido siendo cristiana, recuerda que si te has arrepentido, en Cristo hay esperanza. Que aquello que has vivido te sirva para poder ayudar a otras a vivir cara a cara el evangelio y viviendo vida transformadas porque Cristo nos da esa oportunidad. Recuerda 1 Juan 1:9 que nos dice que:
«Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad».
(Este artículo fue publicado originalmente en Soldados de Jesucristo)