Esposa de un plantador de iglesias
Llevo 12 años en el campo misionero. El Señor me eligió para ser la esposa de un plantador de iglesias, de criar a nuestros hijos dentro de ese contexto, comenzando nuevas iglesias. Puedo recordar momentos de soledad, frustración y melancolía. A la vez, tengo tantos recuerdos de aprendizaje, crecimiento, gozo y madurez espiritual por los que el Señor me permitió pasar. Unos y otros orquestados por Él para glorificar Su nombre.
Estamos viviendo en una época donde el Señor se está moviendo grandemente en el mundo hispanohablante, aun en países que solo tenían muy poca presencia del evangelio bíblico, usualmente empujado por estadounidenses. A la vez, por ideas influenciadas por el feminismo, el afán de sembrar nuevas iglesias, y las características sociales de muchos de nuestros países, las hermanas tomaron el rol equivocado dentro de su hogar y la iglesia. De esta manera observamos una característica que predomina en mucha de nuestras iglesias hispanas: asistiendo más mujeres que hombres, ellas tratan de asumir un rol de liderazgo que biblicamente no les corresponde. Por desconocimiento, malinterpretación o aun por rebeldía, estas mujeres están pasando por alto lo establecido en la Palabra de Dios.
Plantando y regando
Dentro de sus labores como plantador de iglesias mi esposo inició un instituto de plantación llamado Hechos 5:42, en el que muchas hermanas se inscribieron. Su deseo de ser parte de la obra de Dios en comenzar iglesias era muy evidente, pero algunas querían ser pastoras. Muchas de ellas ofrecían su casa para comenzar la iglesia pero con la expectativa de poder ser las que la dirigieran. Ellas me preguntaban cuál era mi papel en el Instituto, y muy amorosamente les dije: “Dios tiene un diseño y un rol para nosotras en el hogar y en la iglesia”.
Todo esto me movió a comenzar el Instituto Hechos 5:42 Mujeres, con el fin de enseñarles cuál es la voluntad de Dios para nosotras en el proceso de plantación de iglesias. Nuestro papel debe ser uno de apoyo pero tomando en cuenta que el liderazgo de la iglesia debe ser masculino.
Siendo ejemplo
La palabra no nos habla explícitimante de la esposa de un pastor o de un plantador de iglesias. ¡Eso no significa que no tiene nada que decirnos! Al contrario, los diversos mandatos de la Escritura para los creyentes se aplican a nosotras por igual. De manera particular, hay un texto en Tito 2 que encuentro de mucha ayuda.
“Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta, no calumniadoras ni esclavas de mucho vino. Que enseñen lo bueno, para que puedan instruir (exhortar) a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada”
Tito 2:3-5
Estas características son aquellas que debemos abrazar y ponerlas en práctica dentro de la iglesia que comienza, para así enseñarles a otras mujeres que este es nuestro papel. Aquí te dejo la lista para que medites en ella:
- Reverentes en su conducta
- No calumniadoras
- No esclavas de mucho vino
- Que enseñen lo bueno
- Que enseñen a las jóvenes:
- A que amen a sus maridos
- A ser prudentes
- Puras
- Hacendosas en el hogar
- Amables
- Sujetas a sus maridos
Existen también algunas cosas que deben ser prioridad en nuestra vida y que a mí de manera personal me han servido como esposa de un plantador de iglesias. Aquí las comparto contigo.
- Disciplinas Espirituales. Tu tiempo con Dios debe ser primordial para tu día a día, la lectura y meditación de la Palabra, oración y ayuno.
“Pero nada tengas que ver con las fábulas profanas propias de viejas. Más bien disciplínate a ti mismo para la piedad. Porque el ejercicio físico aprovecha poco, pero la piedad es provechosa para todo, pues tiene promesa para la vida presente y también para la futura”
1 Timoteo 4:7-8
- Tu primer ministerio es tu esposo. Eres su ayuda idónea y tu marido debe confiar en ti. Tu labor como ayuda es levantarlo y afirmar su llamado, y estar presente a la hora de que busque tu consejo, que sin duda va a necesitar. Una ayuda invaluable debe ser la oración por él.
“En ella confía el corazón de su marido”
Proverbios 10:11
- Tu segundo ministerio son tus hijos. Por encima de ayudar a tus hijos espirituales, debes estar presente en la vida de tus hijos naturales.
“Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada”
Proverbios 31: 28a
- Tu tercer ministerio es la iglesia. Debes buscar enseñar a las mujeres a vivir de la manera que Dios estipuló en su Palabra, como vimos en Tito 2:4-5, modelando todo esto principalmente con tu vida.
“para que puedan instruir a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada”
Tito 2:4-5
5. Busca amistades maduras. Debido a los desafíos de la vida misionera y de plantación de iglesias, podemos vernos tentadas a la soledad, y a estar dándonos en las vidas de otras personas sin tener alguien que hable a nuestras vidas. Como pareja, procuren tener amistades que puedan ayudarles a caminar la carrera de la fe. Y como esposa, haz tu lo mismo con alguna otra mujer madura.
“El hierro con hierro se afila,Y un hombre aguza a otro”
Proverbios 27:17
6. Guía una y otra vez a tu corazón a encontrar su identidad en Cristo. Si el ministerio va bien, las iglesias están creciendo y la familia está bien, puedes verte tentada a pensar que eres una victoriosa esposa de pastor y mamá de buenos hijos. Pero tu identidad está en Cristo y su sacrificio, no en tus obras. Si por el contrario las iglesias no están creciendo, no están viendo frutos de su ministerio y las cosas no están tan bien en casa, puedes sentir que eres una fracasada y que no puedes hacer nada. Pero en Cristo eres más que vencedora por medio de Él, y ciertamente reconocer tu debilidad es un buen lugar para estar, porque justamente nos lleva de rodillas a depender de Él y reconocer nuestra necesidad.
“Pero si alguien se gloría, gloríese de esto: De que Me entiende y Me conoce”
Jeremias 9:24
Ser una esposa de un plantador de iglesias pone muchas demandas en nuestra vida, sin embargo el saber que estamos cumpliendo con el llamado de Dios produce en nosotras una satisfacción incomparable e incalculable. El ver personas salvadas por la gracia y misericordia de Dios e incorporadas a la comunión del cuerpo de Cristo en la iglesia local no tiene comparación. La iglesia local es columna y baluarte de la verdad, de manera que nuestra contribución al comienzo de una iglesia y el desarrollo de la misma tiene un efecto transformador en vidas y comunidades.
Mi amada hermana: si tu esposo es llamado al ministerio y a plantar iglesias, prepárate espiritualmente para soportar los embates del enemigo. Recuerda que los ministerios son probados por Dios y tentados por el enemigo, quien tratará de desenfocarnos de los propósitos de Dios para nuestras vidas. Si recuerdas, tenemos el ejemplo de Cristo al comienzo de Su ministerio en Mateo 4:1-11. Mi consejo es que leas este pasaje y veas cómo el Señor trató con las tentaciones que el enemigo le presentó, “Escrito está”. Te animo a que respondas de la misma manera cuando lleguen las tentaciones que te quieran desviar del llamado de Dios para tu esposo y para ti como ayuda idónea: regresa a la Palabra y mira el ejemplo de Cristo.
(Este artículo fue publicado originalmente en Coalición por el Evangelio)