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Glorificando a Dios en la enfermedad

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…Señor, he aquí el que amas está enfermo. Juan 11:3b

Hoy sufrimos una enfermedad, una pandemia (COVID-19), que ha cubierto varios lugares por todas partes del mundo: Europa, Asia, África y América. Han existido otras anteriormente, también hay otra clase de enfermedades, algo que seguirá siendo así hasta que nuestro Salvador venga por Su Iglesia comprada por Su sangre, Su novia.

Ahora bien, muchas son las dudas del porqué existe la enfermedad y la única respuesta correcta la encontramos en la Palabra de Dios. Todo comenzó en el Edén cuando Adán y Eva que vivían en un orden perfecto como Dios había creado, sucumbieron al pecado. 

Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres por cuanto todos pecaron. 

Romanos 5:12

La tierra fue maldita en el mismo momento que Adán y Eva comieron del fruto prohibido y cayeron en la desobediencia a Dios, la que todos heredamos. Este pecado es la causa de todas las enfermedades en la tierra desde ese momento. No hubiera enfermedades, no hubiera pandemia (COVID-19) si no hubiese sido la caída en el principio.

Ahora vayamos a los hermanos que amaba Jesús, María, Marta y Lázaro, todos ellos se gozaban siguiendo las enseñanzas de Jesús. Pero en un momento entró la enfermedad en la vida de estos tres hermanos, Lázaro enfermó, se encontraba al borde de la muerte. Sus hermanas decidieron avisarle a Jesús “… Señor, he aquí el que amas está enfermo” Juan 11;3b. Ellas conocían el poder de Jesús, su relación era cercana, quizás pensaron que, si Él hubiera estado ahí, su hermano no hubiera enfermado o muerto.

Lázaro era un hombre igual que nosotros, quien se enfermó igualmente, nos pasa a nosotros. El hecho de que Jesús amó a Lázaro y nos ame tanto a nosotros no nos libera de las enfermedades en esta tierra. Hasta el día que llegue la muerte física, nuestro cuerpo sufrirá los embates de la enfermedad y aquellos que nos hemos arrepentido de nuestros pecados y reconocido a Jesucristo como salvador pasaremos a una eternidad donde no habrá llanto, ni dolor, ni enfermedad.

Ahora bien, podemos mirar la enfermedad como un beneficio para nosotros. Los tiempos de estas pruebas sirven para humillarnos y ser formadas a imagen del Señor. Nuestro carácter es formado a Su semejanza. Como decía el salmista

Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos.

Salmos 119:71

Lázaro enfermo, murió y resucitó, sirvió para que los apóstoles fueran beneficiados, por lo tanto, Jesús dijo

…Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. 

Juan 11:4

Glorifiquemos a Dios en medio de nuestro dolor en la enfermedad. Que los inconversos puedan ver que nuestro sufrimiento es confortado por el Señor, cuando aceptamos nuestra condición. La cual nos lleva a la transformación que se ha producido en nuestros corazones. Que nuestras reacciones sean de acuerdo a lo que el Señor está haciendo en nosotras. 

Modelemos el evangelio con nuestras vidas en medio del dolor, con gozo en la tribulación. Glorificar a Dios en medio de nuestra enfermedad es ser moldeada a Su imagen ya que nos hace más sensibles al dolor de otros, más sabias y amorosas.

Conclusión:

Mi querida hermana no escribo estas palabras visualizando el dolor de otra persona, lo hago viviendo el mío. Llevo más de 9 años pasando dolor de cuerpo las 24 horas del día los 7 días de la semana los 365 días del año. Situaciones que no terminaría de contar, ya que padezco fibromialgia, y te puedo decir que doy gracias a Dios por ella, cada día me ha llevado más y más a depender de Él en la oración, en la meditación y estudio de la Palabra. A vivir para honrarle aún en medio del sufrimiento al tiempo que cada día mi carácter sigue siendo conformado al de Él.

Por tanto, no desmayamos; antes, aunque nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria, no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que nos se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las cosa que se ven son eternas.

2 Corintios 4:16-18

Cada día oro al Señor que en medio de mi debilidad Él se glorifique, así como un día el Señor le contestó a Pablo cuando pidió que le quitara el aguijón, me puedo identificar con esa respuesta y le pido al Señor que yo acepte Su voluntad para mi aflicción.

Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 

2 Corintios 12:9

(Este artículo fue publicado originalmente en LifeWay Mujeres)

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