Yo soy “humilde”
El Señor en Su gracia común me permitió estudiar secularmente Contaduría pública, más específicamente en la rama de Auditoría, la cual trata sobre la inspección que se le realiza a una entidad para verificar si hay irregularidades en su manejo contable.
Así que, en el tiempo que tengo de haberme arrepentido de mis pecados y haber aceptado a Cristo como Salvador y Señor de mi vida, la meditación de Su Palabra y la oración han sido una prioridad.
Cada día mi deseo es meditar, estudiar Su interpretación a fondo y correctamente para poder tener una teología como la misma Palabra lo exige y así poder vivir de manera que glorifique al Señor. Este proceso continúa en este lado de la gloria ya que estamos en una humanidad caída siendo pecadoras redimidas y solo experimentaremos la perfección cuando pasemos a Su presencia.
Comencé siendo intencional en modificar las palabras que decía de acuerdo a la interpretación correcta de la Palabra de Dios pues hablaba incorrectamente debido a mi contexto cultural, al entorno de mi crianza, y el hecho de estar casada con mi amado el cual no es colombiano como yo, y al ser expuesta a varias culturas por ser misionera.
Mi objetivo es glorificar a Dios con mi manera de hablar ya que es importante de la misma manera que el de nuestro actuar según lo dice 1 Corintios 10:31
“Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios”
Cuando en Latinoamérica nos referimos a “personas humildes,” el contexto que se le está dando es a personas de escasos recursos. Esto es muy contrario a lo que las Escrituras nos enseñan de lo que significa ser una persona humilde.
Creo que es necesaria esta explicación para poder abordar lo que dice la Biblia realmente sobre la humildad de manera que seamos intencionales y que nuestro vocabulario usado este bajo la autoridad de la Palabra pues como dice en Santiago 4:17
“A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado”
Ahora sí una persona misma se dice “Yo soy humilde” al compararlo con lo que dicen las Escrituras podemos ver que lo que está exponiendo y afirmando es su propio orgullo que simplemente sale de lo que hay en el corazón, y lo que hay en el corazón es lo que hay realmente en nuestra mente pues lo que pensamos y creemos nos impulsa a nuestra manera de actuar y hablar.
Y podemos afirmarlo con la Palabra
“Que te alabe el extraño, y no tu boca; el extranjero y no tus labios”
Proverbios 27:2
Por eso, después de la salvación, tenemos que ser intencionales en estudiar correctamente la Palabra para que sea transformada nuestra mente y corazón.
Jesús contó una parábola especialmente a un grupo de personas que se tenía en alta estima. Lucas 18:9
“Dijo también Jesús esta parábola a unos que confiaban en sí mismo como justos, y despreciaban a los demás.”
Lo cual demuestra la falta de humildad de aquellos que se expresaron de esa manera igualmente de la persona que dice de si misma “Yo soy humilde.”
El orgullo es pecado, Dios lo condena repetidamente en Su Palabra. El orgullo y la humildad no tienen que ver con clases sociales, sino con la condición del corazón.
Desde Génesis 3, cuando Adán y Eva desobedecieron, cayeron en pecado luego entonces, todos nacemos pecadores. Es por ello que necesitamos un Salvador.
Como cristianos no estamos exentos del pecado del orgullo y aunque trabajoso de reconocerlo lo practicamos sea poco o mucho al sentirnos superiores diciendo que somos humildes. Mateo 23:12
“Y cualquiera que se engrandece, será humillado, y cualquiera que se humille, será engrandecido”
Aquí algunos puntos que nos ayudarán a vencer este pecado de decir: “Yo soy humilde” lo cual es orgullo.
1) Medita en la Palabra, ora bíblicamente y arrepiéntete.
“Quien encubre su pecado jamas prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón”
Proverbios 28:13
2) Tenemos el gran ejemplo de humildad de Cristo que nos lo muestra en las Escrituras y nos exhorta a vivirlo.
“Y hallándose en forma de hombre, se humilló El mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”
Filipenses 2:8
3) Recordemos el evangelio cada día, reconociendo que somos pecadoras redimidas y que solo por Su gracia y misericordia podemos vivir en integridad bíblica. Lo cual nos debe llevar a una humildad genuina reconociendo que tenemos que ser intencionales en nuestra sumisión y dependencia de Dios.
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amo, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia ustedes han sido salvados)”
Efesios 2:4-5
Uno de los hombres del Antiguo Testamento que ha impactado mucho mi vida, el cual meditó y reflexionó, es Esdras, el cual fue a Judá con muchos judíos que regresaban después del cautiverio en Babilonia. Fue un hombre humilde que no aprendía para enseñar, sino que vivía lo que aprendía y después lo enseñaba.
“Porque Esdras había dedicado su corazón a estudiar la ley del Señor, y a practicarla, y a enseñar Sus estatutos y ordenanzas en Israel”
Esdras 7:10
Muy importante para tener presente lo que Esdras hacía con respecto a la Biblia:
a) Era intencional a dedicar tiempo a estudiarla de corazón, no para mero conocimiento acumulado en la cabeza.
b) Era hacedor o sea que practicaba, vivía lo que estudiaba.
c) Compartía lo que sabía, enseñaba a otros.
Conclusión
El Señor nos ayude a cada una de sus hijas, a vivir glorificando Su nombre en humildad. Exaltémoslo solo a Él, somos de Cristo por Su gracia y misericordia.
Seamos sensibles como Esdras que cuando vio los pecados del pueblo de Dios, se dolió, se compadecido y se avergonzó. Su deseo era que se arrepintieran y oró con dolor, incluyéndose, aún, cuando el no era parte de ese pecado.
“Y dije: Dios mío estoy avergonzado y confuso para poder levantar mi rostro a Ti, mi Dios, porque nuestras iniquidades se han multiplicado por encima de nuestras cabezas, y nuestra culpa ha crecido hasta los cielos”
Esdras 9:6
(Este artículo fue publicado originalmente en LifeWay Mujeres)