5 cosas que he aprendido del nido vacío
La casa nos queda grande, con dormitorios vacíos y asientos desocupados a la hora de la comida… Después de años de crianza, de tenerlos cerca de mí, de haber sido consejera, doctora, chofer, cocinera, maestra (pues estudiaron en casa), haber llorado junto a ellos por alegrías y tristezas, de escuchar preciosas risas, escuchar el sonido de los instrumentos que practicaban, escuchar cuando tenían diferencias entre ellos, encontrar muchas veces desorden en sus habitaciones, las risas con los amigos que llegaban con ellos, ahora ya no están en casa. Ya reina el silencio total.
El inicio de esta nueva etapa en mi vida fue difícil, fueron días llanto y poco dormir. Días de mucha oración, donde en muchas ocasiones deseé vivir en donde el Señor les había llevado a prepararse, al llamado que Él les había hecho. Estaba muy consciente de que no serían solo días en los que no los vería, sino que se trataban de meses en los que no podía darles el beso de las buenas noches, compartir la Palabra con ellos, orar juntos, disfrutar esos tiempos en que juntos como familia nos divertíamos y servíamos al Señor.
Aun mientras escribo estas líneas, es imposible que de mis ojos no broten lagrimas. Pero qué hermoso es saber que Dios me ha permitido ser madre, un rol que Él mismo determinó, y que Él tiene un propósito en cada etapa que tenemos que afrontar, incluyendo el nido vacío.
Aquí comparto contigo 5 cosas que he aprendido en esta nueva temporada de mi vida:
1. Mi identidad está en Cristo.
“Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”
Gálatas 2:20.
Es muy importante entender que cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, somos crucificados con Cristo, ya no vivimos para nosotras. Es cierto que somos madres, es el rol que Dios nos ha dado. Pero esta no es nuestra identidad: nuestra identidad está en Cristo.
2. Mis disciplinas espirituales cambiaron.
“Pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada”.
Lucas 10:42
El cambio al que me refiero es el del tiempo que usamos de lectura y meditación en la Palabra, la oración, alabanzas y ayunos en las diferentes etapas que tenemos en la crianza de nuestros hijos. Muchas veces nos preguntamos si estamos pasando el tiempo necesario por tantas responsabilidades como madres. Ahora es un tiempo precioso que estoy disfrutando cada día más y más para crecer cada día en el Señor.
3. Mi rol como esposa no ha terminado.
“Mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Su valor supera en mucho al de las joyas. En ella confía el corazón de su marido, Y no carecerá de ganancias”
Proverbios 31:1
No debemos olvidar que nuestro rol como esposas está por encima de nuestro rol de madres. Esta nueva etapa es un tiempo precioso para el matrimonio. Es volver a vivir el tiempo como cuando empezamos solos los dos. He podido disfrutar maravillosos tiempos de crecimiento espiritual, de continuar haciendo recetas de cocina que a él le encantan, acompañarlo en cosas que antes no podía porque mis hijos estaban en casa, y disfrutar del tiempo solo nosotros dos.
4. Mi rol como madre no ha terminado.
“Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada…”
Proverbios 31:28.
Aunque los hijos han partido de nuestro hogar, no hemos dejado de ser madres, solo que ahora en una etapa diferente. Es un tiempo en que los hijos como pecadores se estarán enfrentando a disciplinas de nuestro Señor, a nuevos retos en la vida, y al llamado que Dios está efectuando en ellos. En esta etapa jugamos un papel importante: el de interceder por ellos ante el trono de la gracia. Desde que mi primera hija salió a estudiar a la Universidad y sucesivamente los otros dos, cada día les envío un versículo Bíblico, un te amo, y un deseo de que su día sea de edificación y de crecimiento en la gracia del Señor.
También es un momento en el que tenemos que dejar que se enfrenten a situaciones que la vida va presentando, enfermedades, presiones económicas, y los tiempos en que solamente callemos y escuchemos lo que nos quieren decir a pesar de la distancia.
Debemos recordar que ya crecieron, que Dios los está haciendo conforme a su imagen, y que en cada período de vacaciones no tienen que estar al lado de nosotros. Ellos tienen que comenzar a decidir por las cosas que tienen que ver con su crecimiento, y que en ocasiones esa decisión no nos involucre no implica que nos han dejado de amar.
5. Más oportunidades de servir al Señor.
“Porque Dios no es injusto como para olvidarse de la obra de ustedes y del amor que han mostrado hacia Su nombre, habiendo servido, y sirviendo aún, los santos”
Hebreos 6:10.
Cuando nuestros hijos se encuentran en casa, nuestro servicio se ve limitado al tiempo pues nuestro primer campo misionero es nuestro hogar. Pero esta nueva etapa de la vida es una oportunidad maravillosa para poder invertir en el servicio ese tiempo que antes invertíamos en nuestros hijos.
Tenemos habitaciones vacías: aunque siempre hospedábamos hermanos en nuestra casa, ahora hay más espacio para hacerlo.
Dios siempre me ha permitido tener hijos espirituales, pero en este tiempo es mucho lo que he podido compartir con ellos, discipulándolos, aconsejándolos y disfrutando el servicio juntos.
Dios nos ha dado dones y talentos y es una oportunidad para poderlos poner al servicio con más tiempo a nuestro favor. Pídele al Señor que cada día pueda usarte más y más.
Examina tu vida
Te exhortó a que puedas considerar estas preguntas y examines tu vida en este momento donde los niños ya no están:
1. ¿Está tu identidad en Cristo?
2. ¿Estás teniendo un tiempo de calidad con Dios?
3. ¿Estás dedicando tiempo y cuidado a tu esposo?
4. ¿Cuánto tiempo inviertes en la expansión del evangelio junto a tu iglesia local?
5. ¿Cuánto tiempo invierto en la preparación para un mejor servicio?
Amada hermana: en esta etapa de la vida en que los hijos ya no están en casa y estés pasando por momentos en los que te sientas sola, recuerda que el Señor está contigo y que sus planes para ti son siempre buenos. Él tiene un propósito para nosotras en cada etapa de nuestra vida.
(Este artículo fue publicado originalmente en Coalición por el Evangelio)